¿Qué es un genocidio? Un genocidio es el exterminio sistemático de un grupo social, motivado por cuestiones de raza, religión, etnia, política o nacionalidad. Se trata de un asesinato de masas que busca la eliminación del grupo y que, incluso, puede incluir medidas para evitar los nacimientos. El genocidio suele ser llevado a cabo por un gobierno a cargo del poder del Estado.
El Imperio Otomano llevó a cabo lo que la mayoría de los historiadores y estudiosos internacionales han definido como uno de los más grandes genocidios de toda la historia, al matar una inmensa proporción de su reducida población Armenia. En total más de un millón y medio armenios fueron asesinados. Al día de hoy Turquía niega el afán de genocidio de este asesinato en masa.
El Imperio Otomano estaba organizado de una manera bastante interesante. Tenían un modelo llamado sistema de comunidades. Cada grupo religioso, como por ejemplo, armenios, griegos, judíos tenían su propio grupo o comunidad religiosa, y el Sultan les otorgaba derechos, principalmente para que se gobernaran así mismos dentro de unos límites, es decir, que tenían que ser fieles al Sultan, tenían que pagar sus impuestos, obviamente tenían que obedecerse. Los musulmanes tenían más derechos que los no creyentes, o los llamados infieles: los armenios, los griegos, los judíos. Era un sistema discriminatorio, desigual, jerárquico. Las minorías no musulmanas eran legalmente consideradas infieles, pero infiel no significaba desterrado, sino estar sujeto a una estructura social política y jurídica distinta.
Los armenios también tenían menos derechos en las cortes islámicas, pagaban impuestos más elevados que sus vecinos islámicos y generalmente no se les permitía el acceso a los servicios militares o civiles. A finales de 1800 los armenios empiezan a sentirse insatisfechos con este estatus de segunda clase y empiezan a exigir un cambio. Los armenios forzaron a la clase política del Imperio Otomano, preguntando una y otra vez ¿Un cristiano puede ser igual a un musulmán en el Imperio Otomano? La respuesta sobre esta pregunta era rotundamente una y otra vez no. Pero en esta misa situación también estaban las otras minorías, es decir, no solo los armenios sino también los griegos, búlgaros, judíos, etc.
Cuando Abdul Hamid accedió al trono en 1876, la comunidad armenia estaba ya debilitada por dos décadas de amenazas, vejaciones y exacciones de todo tipo. Por ejemplo cuando revindicaban más derechos normalmente acababan masacrados por el guardia del Sultan.
A consecuencia de las masacres se crean partidos políticos armenios, que eran unas organizaciones semiclandestinas con aspiraciones socialistas: el partido socialdemócrata Hintchakian en Ginebra en 1887 y la Federación Revolucionaria Armenia (o partido Dachnak) en Tiflis en 1890. . Estas organizaciones representaban el embrión de un sistema de autodefensa, pero contribuyeron a precipitar los acontecimientos, pues permitieron a los turcos encontrar una justificación y una incitación para su política represiva contra un pueblo que, en adelante, fue considerado como «traidor» en potencia. Mejor dicho, lo que los turcos querían es asesinar a pueblos enteros sin resistencia ninguna y si encontraban una resistencia a la hora de asesinar a un pueblo les llamaban traidores.
La solución que eligió el gobierno de Abdul Hamid consistió en dar ejemplo, a principios del verano de 1894, y resolver mediante una masacre en masa la negativa de los campesinos armenios de la región montañosa de Sassun a someterse a la doble presión fiscal del Estado y de los señores feudales kurdos. Estas matanzas iniciales se cobraron entre 4.000 y 6.000 víctimas, y en octubre del año siguiente fueron seguidas por las de Constantinopla y Trebisonda. Estas acciones punitivas, bien dirigidas y de gran visibilidad, dieron la señal para una reacción en cadena, con cientos de pequeñas masacres locales en toda la zona de las seis provincias de Oriente, donde la población armenia era a menudo más numerosa que los musulmanes, los turcos y los kurdos.
El horror llegó a su apogeo y a su fin en 1896, en junio, en la región de Van, situada en el corazón del espacio cultural y simbólico de Armenia: a pesar de la resistencia desesperada de la población (fue un acto de insurgencia armada contra los intentos del Imperio otomano de masacrar la población armenia del vilayato de Van, uno de los pocos casos durante el genocidio armenio donde los armenios, pudieron combatir contra las fuerzas armadas del Imperio otomano, que al final fueron rescatados por los franceses, pero después de los franceses el pueblo armenio de Van fue masacrado), organizada por los partidos políticos armenios, cerca de 350 aldeas fueron borradas del mapa. El 15 de septiembre le tocó el turno a Egin, donde unas 1.000 casas armenias de entre las 1.500 de la aldea fueron saqueadas y quemadas, y sus habitantes, masacrados. En total se han contabilizado de 250.000 300.000 a víctimas en tres años, a las que hay que añadir 1.000.000 de personas saqueadas y despojadas de sus bienes y miles de mujeres raptadas. Unas 2.500 ciudades y aldeas se encontraban en ruinas, 645 iglesias estaban destruidas y 328 habían sido transformadas en mezquitas.
Según agentes del ministerio alemán de asuntos exteriores y fuentes diplomáticas francesas se estima que unas 250.000 y 300.000 personas fueron asesinadas entre 1894 y 1896 en las masacres hamidyanas, sin embargo esto no fue más que un avance de lo que sucedería más tarde.
Los jóvenes turcos eran los líderes del partido Unión y Progreso, estos líderes eran Taleat Pashá (ministro de interior), Djemal Pashá (ministro de marina) e Ismael Enver (ministro de guerra) y todos ellos tuvieron cargos importantes en el Imperio Otomano del Sultán Abdul Hamid II. El Partido Unión y Progreso se gestó en asociaciones secretas de estudiantes. Su objetivo era deponer al Sultán y construir un estado laico con igualdad de derechos y garantías, incluso para las minorías étnicas.
El 24 de abril de 1908 los jóvenes turcos llegaron a la sublime puerta y derrocaron al Sultán. Redactan la nueva Carta Magna, establecen monarquía constitucional ubicando al Murat V como sultán, hermano de Hamid, encarcelado 33 años por orden de éste. La plataforma de los Jóvenes Turcos promete igualdad para los súbditos, libertad de conciencia, de palabra, de prensa, representación parlamentaria de las minorías, etc.
El 13 de abril de 1909 estalla una contrarrevolución de las fuerzas cercanas al sultán. Los jóvenes Turcos reciben el apoyo de los armenios y retornan al poder, curiosamente, el 24 de abril de ese año. Paralelamente se organizan las masacres de Adaná, Cilicia que acaban con 30.000 armenios. Aunque se atribuyó el hecho a grupos retrógrados se sabe que hubo participación del partido Unión y Progreso.
Los jóvenes turcos primero mostraron una imagen de cohesión entre etnias y un apoyo a las minorías ficticias ya que no era su objetivo principal, sino que era la turquificación total y que junto a la planificación del genocidio era de lo que se hablaba en las reuniones secretas del partido. Hechos como la independencia de Bulgaria, como la de otros pueblos significaron el desmembramiento del Imperio y los Jóvenes turcos no podían permitir que lo mismo ocurriera con Armenia.
A partir de abril 1915, tres meses después de la terrible derrota contra las tropas rusas en Sarikamis (La Batalla de Sarikamis fue la primera y mayor batalla de la Campaña del Cáucaso de la Primera Guerra Mundial, en la que las tropas del Imperio ruso ganaron una gran victoria sobre las tropas del Imperio otomano) el gobierno turco ve a los armenios como culpables de la derrota de Sarikamis, culpándolos por aliarse con las tropas rusas y haber luchado contra el ejército otomano. En 24 de abril el Ministerio del Interior ordenó detener a todos los notables, intelectuales y dirigentes comunitarios armenios por su supuesta hostilidad al Estado y la traición al Estado.
En ese mismo momento, a los armenios que se habían unido al Ejército en noviembre de 1914 los desarmaron, agruparon y masacraron. A los demás representante de la comunidad, los jóvenes entre 15 y 20 años y los hombres de más de 45 hasta 60, los alejaron de su región natal para emplearlos en trabajos agotadores de carga y mantenimiento viario antes de eliminarlos también en masa. De esta manera el poder pensaba y preveía que podría desarmar a la comunidad armenia sin dirigentes, por esa misma causa en 24 de abril detiene a todos los intelectuales, dirigentes, es decir, a todos aquellos que podían molestar y ser un obstáculo para los planes hechos por el poder. Por eso una comunidad sin dirigentes es como una comunidad sin protectores y de esta manera deportarían al resto de la población y harían con ella todo lo que quisieran sin que nadie les molestara.
Mujeres, niños, enfermos y ancianos empiezan a ser deportados, caminando días y noches, con hambre y sed, mujeres violadas sistemáticamente. Una de las particularidades del sangriento suceso de 1915 fue, en efecto, que se perpetró ante los ojos de representantes de la comunidad internacional: observadores neutros (suizos, estadounidenses, daneses, suecos) o funcionarios civiles y militares alemanes y austriacos destinados en Turquía. Sus múltiples informes permitieron a las asociaciones de ayuda a los refugiados y a la prensa dar a conocer al mundo que, en lugar de un simple desplazamiento de población en una zona de guerra se estaba cometiendo un asesinato colectivo en todo el país. Estas deportaciones justifican diciendo que lo hacen para el bien de los armenios, es decir, les trasladan de un lugar a otro para que estén a salvo de los enemigos.
El cónsul estadounidense escribe: Me parece que el conjunto de estas medidas representa la masacre mejor organizada y más lograda la que hayamos asistido nunca.
En sus memorias, publicadas en 1919, el embajador estadounidense Henry Morgenthau reproduce una de sus conversaciones con el ministro del Interior, Talat, donde éste definía la actitud de su partido respecto a los armenios. Ésta se basaba en tres constataciones: En primer lugar, los armenios se han enriquecido a expensas de los turcos, en segundo lugar, han decidido liberarse de nuestra dominación y crear un Estado independiente, por último, han ayudado abiertamente a nuestros enemigos y apoyado a los rusos en el Cáucaso, lo que nos ha causado varios reveses. En consecuencia, hemos tomado la decisión irrevocable de dejarles impotentes antes de que termine la guerra. Sin embargo, la emergencia de un movimiento nacional armenio y el desarrollo de los partidos políticos no desembocaron en un objetivo independentista, como aseguraba la segunda acusación hecha por Talat.
Turquía lleva 99 años con su política de negacionismo, es decir, no solo no reconocen el genocidio de los armenios cometido por el Imperio Otomano sino que tratan este tema con cinismo y amenazas.
La tesis turca se ha desarrollado en unas direcciones, el primer terreno de combate es el mismo pueblo armenio, al que las diferentes variantes de una literatura histórica niegan toda existencia y describen como una comunidad esencialmente nómada que nunca se estableció en un territorio, nunca fue mayoritaria en Anatolia y, por tanto, carece de historia. Decir esto y justificarse con estos argumentos es incluso vergonzoso, ya que cuando existía Armenia, cuando existía la cultura armenia, el alfabeto armenio, la civilización armenia ni los trucos ni Turquía existían. La segunda estrategia de negación de los historiadores de Ankara consiste en afirmar que la lucha entre turcos y armenios dominada, desde antes de 1915, por el terrorismo insurreccional de éstos y la represión de aquéllos. Por tanto, no puede tratarse de un genocidio, pues los dos adversarios lucharon en un combate por la supervivencia de un país en guerra, con todas las consecuencias lamentables que tiene este tipo de situación. Y por eso el Gobierno otomano se vio obligado a decidir el traslado de las poblaciones armenias. Describir el asesinato en masa de un pueblo como una lucha entre iguales es burlarse de un pueblo ya que reprimir, asesinar, violar, deportar, robar y al final organizar un plan de genocidio y realizarlo con un pueblo indefenso y debilitado durante décadas no se puede llamar una lucha! Estas justificaciones no tienen ni pies ni cabezas.
Como respuesta a la continua negación del genocidio armenio por el gobierno turco, muchos activistas de las comunidades armenias en la diáspora han podido conseguir el reconocimiento oficial del genocidio armenio en muchos países del mundo. Los países y territorios que han reconocido oficialmente el genocidio armenio son: Argentina, Armenia, Bélgica, Canadá, Chile, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Líbano, Lituania, Holanda, Polonia, Rusia, Eslovaquia, Suecia, Suiza, Uruguay, El Vaticano y Venezuela. También las regiones de Escocia, Irlanda del Norte y Gales (Reino Unido), País Vasco y Cataluña (España), Ontario y Quebec (Canadá), Australia Meridional y Nueva Gales del Sur (Australia), Crimea (Ucrania), Ceará y São Paulo (Brasil), las Naciones Unidas y el Parlamento Europeo, 42 Estados de Estados Unidos y La "International Association of Genocide Scholars" (Asociación Internacional de Estudiosos del Genocidio, una comisión formada por dos miembros de Estados Unidos, uno del Reino Unido y uno de Israel, afirma oficialmente la existencia del genocidio armenio).
Fuente: Investig'Action