Tres preguntas a Edouard V. Piely sobre la represión de las manifestaciones en Francia

Edouard V. Piely es periodista independiente y miembro de la redacción del sitio web Sciences Critiques. Habla aquí como observador de las luchas sociales y ecologistas, en particular del movimiento de los Chalecos Amarillos. En 2019, presentó y moderó, en el marco de la Contracumbre del G7 en el País Vasco, la conferencia-debate “Los medios de comunicación frente a la mutación de la seguridad”. ¿Era una señal de lo que vendría en marzo de 2023, cuando la crisis social y democrática evoluciona día a día?


 

El uso de armas de guerra por parte de la policía francesa parece generalizado estos días. En cualquier caso Gérald Darmanin [ministro del Interior de Francia] lo niega, mientras que las imágenes del uso de estas armas son accesibles al gran público. ¿Observa usted una aceleración de la represión policial en los últimos días?

Sí, es evidente que hay un aumento de la represión. Hay que ver cómo ha evolucionado el trabajo de la policía, en el contexto de la ley 49.3 y de la movilización social de las últimas semanas, pero también de forma más general.

En primer lugar, durante los últimos años, los analistas y sociólogos han documentado bien la evolución de la brutalidad policial y las técnicas policiales, en torno al movimiento contra la “ley laboral”, luego contra los Chalecos Amarillos en 2018-2019, y después durante las primeras movilizaciones masivas contra la reforma de las pensiones a finales de 2019 y principios de 2020.

Durante más de dos meses, ha habido grandes manifestaciones para impugnar la reforma actual, que en general estuvieron bien durante las primeras semanas, incluso si desde el principio hubo violencia policial, hay que recordarlo. Por ejemplo, en París, un periodista perdió un testículo tras ser golpeado en el suelo con una porra durante la manifestación del 19 de enero. A partir del 7 de marzo, y más claramente el 11 de marzo, las cosas se endurecieron, con intervenciones para cortar las marchas, gaseado masivo de multitudes pacíficas y la práctica de las redes (mallas), a pesar de que sean consideradas ilegales en Francia.

A partir del 16 de marzo, cuando el gobierno recurrió a la ley 49.3 para imponerse, se produjo una gran concentración popular en la Plaza de la Concordia; hubo muchas detenciones y custodia policial. Hemos superado una nueva etapa. Los ataques al derecho de manifestación se multiplican, e incluso se están convirtiendo en la norma, bajo este gobierno. En la Plaza de la Concordia, de 292 personas detenidas, 283 fueron puestas en libertad sin cargos, sin ser acusadas de nada. También hubo periodistas heridos.

Las prácticas policiales se han endurecido desde 2015, tanto en París como en otras ciudades francesas. Cabe señalar que en lo que respecta al uso de granadas y LBD [lanzador de balas de defensa], y al uso masivo de gases lacrimógenos, Francia es una excepción en Europa. Otros países practican un mantenimiento del orden basado principalmente en el apaciguamiento, en la limitación de las tensiones.

Con relación al movimiento ecologista de Sainte-Soline del pasado fin de semana, se dispararon más de 4.000 granadas durante una movilización de 30.000 manifestantes contra las mega piscinas. Es decir, ¡más de una granada por cada 10 manifestantes! Entre ellas había granadas GM2L, tanto lacrimógenas como explosivas. A nivel semántico, decir “armas menos letales” es muy cuestionable. ¿Significa que realmente no matan, no directamente?

En el marco del mantenimiento del orden en la vía pública, hay una presencia importante de personal policial que no está formado para este trabajo específico, en particular la BAC [Brigada Anti Criminalidad]. Y están las BRAV-M [Brigadas Motorizadas para la Represión de las Acciones Violentas], de las que todo el mundo ha oído hablar estos últimos días. Es el siniestro retorno de los “voluntarios”, disueltos tras la muerte de Malik Oussekine en 1986. Las BRAV-M se utilizan desde marzo de 2019, durante el movimiento de los Chalecos Amarillos. También podemos cuestionar el funcionamiento de la IGPN [Inspección General de la Policía Nacional], una institución que no es independiente, donde los policías vigilan a otros policías. Actualmente hay una gran preocupación: la brutalidad policial y el mal uso de la custodia policial socavan el derecho a manifestarse.

 

Hay varias personas entre la vida y la muerte, ¿qué hace falta para frenar al gobierno, cuando tantas instituciones advierten de la deriva represiva de Macron?

De hecho, hay dos personas entre la vida y la muerte, heridas en la manifestación contra las mega piscinas de Sainte-Soline. Es una terrible estrategia de tensión, y el principal responsable de todo esto es Emmanuel Macron. Está atizando el fuego y prolongando el caos. Cada vez más jóvenes se están movilizando en los últimos días. Históricamente, cuando hay muchos jóvenes, eso es lo que suele hacer retroceder a los gobiernos. Aquí hay dos personas en coma, muchos heridos, mucho conflicto, es muy grave. Los servicios de rescate han sido bloqueados. Le Monde y Mediapart lo denunciaron ayer, se impidió a los servicios de rescate acudir a auxiliar. Esto debería provocar la dimisión de Gérald Darmanin, en un Estado de Derecho normal. El Consejo de Europa, Amnistía Internacional, varias ONGs y asociaciones han sido alertados de esta situación, pero también sindicatos de magistrados y abogados; se ha informado a Reporteros sin Fronteras en relación con los periodistas heridos.

El antiguo subprefecto, Laurent Bigot, que ha creado su propia agencia de prensa, advierte de los peligros que pesan sobre la libertad de informar. También es la deontología policial la que no se respeta. Además, observamos que se pone en peligro a los policías al actuar de esta manera. Los abusos afectan a todos en general. Vemos vídeos de policías haciendo cargas en solitario, dando rienda suelta a la violencia en las marchas, manifestantes alcanzados por disparos ilegales, uso masivo de gases lacrimógenos sin que la multitud pacífica tenga siempre la posibilidad de dispersarse. Desgraciadamente, la estrategia de la violencia es claramente sostenida por quienes dieron las órdenes. Triste constatación: un presidente aislado, una jerarquía fracasada, y más profundamente, un pueblo desposeído políticamente, una ausencia de sensibilidad hacia el interés general.

 

¿Qué opina del tratamiento mediático de las movilizaciones de las últimas semanas y de la represión policial orquestada por el gobierno?

Ha sido muy cuestionable. En primer lugar, hay un enorme retraso en el tratamiento de la violencia policial por parte de los grandes medios de comunicación, concretamente desde el 16 de marzo y la concentración de la Plaza de la Concordia, y más ampliamente durante las manifestaciones espontáneas que tuvieron lugar. Tuvimos que esperar hasta seis días para que, por ejemplo, Le Monde, BFM-TV, France info, mencionaran la violencia policial en las calles. Sin embargo, había muchas imágenes de periodistas, de reporteros de vídeo independientes sobre el terreno, que eran accesibles a todo el mundo, visibles para todos. Y muy vistas en las redes sociales.

Es grave que el tímido despertar haya llegado tan tarde, hay un vacío mediático y una forma de sumisión. Recientemente (lunes 27 de marzo) ha salido a la luz un comunicado de la sociedad de periodistas de la redacción nacional de France 3 en el que se expresa la preocupación por la inversión de la jerarquía de la información, que consiste en tratar las manifestaciones bajo el ángulo casi exclusivo de los destrozos y los vándalos, ¡y no bajo el de las dinámicas festivas y pacíficas que podrían ser destacadas en estas grandes movilizaciones! En el comunicado se afirma que “se tuvo especial cuidado en no mencionar la violencia policial y el retorno de prácticas prohibidas: acoso, golpes indiscriminados, cargas y comentarios inapropiados por parte de las fuerzas del orden”.

En efecto, el periodismo de comentario y connivencia está ampliamente presente. Ya es habitual utilizar las expresiones “periodismo de reverencia” y “periodismo de prefectura”.

Es absolutamente necesario poder hablar de los manifestantes pacifistas agredidos, de los anidamientos, de la violencia policial y de las detenciones abusivas, hay que hablar de ellos para tener un tratamiento mediático equilibrado. Esperemos que haya una mejoría en ese sentido. En el caso de los Chalecos Amarillos, los medios de comunicación tardaron dos meses en hablar de la violencia policial. Ahora en 2023, hemos pasado a una escala diferente. Ahora hay una crisis institucional muy profunda y el presidente está completamente fuera de la realidad. No reacciona y no escucha, aún cuando hay una abrumadora mayoría del país que está en contra de sus políticas. Esto es muy preocupante en un sentido democrático. Macron está jugando a la estrategia de la tensión, e incluso los miembros electos por la mayoría se están asustando. Algunos están alertando de la situación, pero hace falta una toma de conciencia general, y que más voces políticas de todos los bandos se pronuncien para rechazar lo que está ocurriendo, en términos de violencia y brutalidad del Poder Ejecutivo. Hay que acabar con este empecinamiento, con esta negación, con estos cortocircuitos ilegítimos y permanentes.

 

Traducido por Edgar Rodríguez para Investig’Action

Foto de portada: Jerome Duval

Fuente: Investig’Action

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